miércoles, 13 de octubre de 2010

LAS RIADAS

              

            En nuestros días, las riadas son solo un triste recuerdo en la memoria de la ciudad, son solo parte de esas historias que las abuelas y bisabuelas cuentan a su niños, cuando las madres y padres trabajan, sentadas en la mesa camilla en frías tardes de invierno, pero durante siglos y hasta hace relativamente pocos años, fueron un autentico peligro, un azote que sumía a Sevilla en la desgracia.
            El Guadalquivir unas veces, el Guadaira o el arroyo Tamarguillo en otras se desbordaban por las incesantes lluvias y se salían de madre,perdían su cauce y convertían esa llanura que es Sevilla, en una inmensa  laguna, en un grandioso espejo donde se miraban los balcones y las copas de los arboles.Aun mantienen mis retinas la imagen de una foto en sepia donde vemos la calle Castilla anegada, y en la puerta de la Parroquia de la O, un sacerdote celebrando la Misa sobre una plataforma, mientras los feligreses la escuchan desde las bateas de los carros,  o hundidos hasta la pantorilla en el agua.
            Como en esta vieja foto, mucho de los barrios de nuestra ciudad quedaban inundados, en algunas ocasiones, hasta los primeros pisos.
            Barrios como TRIANA, EL FONTANAL, LA BARZOLA, LA RONDA o HELIOPOLIS saben del terror de las riadas.Dicen que especialmente virulentas fueron las que acontecieron en el siglo XV Y LAS DE 1.941 Y 1.961.A esta ultima vino a unirse, en el colmo de la tragedia, el accidente de la "OPERACIÓN CLAVEL", cuando una avioneta se desplomo sobre la multitud que recibía alborozada al convoy, promovido por el locutor BOBBY DEGLANE, que traía ayuda para los damnificados, ocasionando cuatro muertos y numerosos heridos.
            Pero incluso  estos momentos dramáticos, estos amargos sucesos dan lugar a anécdotas, a ocurrencias, que demuestran la forma de ser del sevillano, la gracia, el ánge de nuestras gentes; como aquella que cuenta lo sucedido a un forastero que, paseando por las calles de TRIANA, observo uno de esos  azulejos que marcan hasta donde había llegado el agua de tal o cual riada.Al ver que marcaba una altura considerable, llevado por la curiosidad, le pregunto a un anciano que estaba sentado en la puerta de la casa cercana:
       
    "Mire usted buen hombre, realmente la inundación fue tan grande".
              El abuelo tras mirarlo un rato en silencio, amablemente pero con algo de guasa le respondió:


    " No que va hombre, si en verdad solo se anego hasta unos cuarenta centímetros, lo que pasa que en la ultima obra que le hicimos al edificio, le dijimos a los albañiles, que lo pusieran así de alto, porque LOS CHAVALES A  PELOTAZOS SE ESTABAN CARGANDO EL AZULEJITO."


            

4 comentarios:

  1. Mi padre ha contado muchas veces la del 41, el "servía", entonces en el ejercito. Ahora tiene, casi, 83 y ya poco nos puede contar, no le falla la memoria, síno el habla, pero en sus "batallitas", nunca faltó la riada del 41 en Sevilla, como una de las experiencias más importantes de su vida. Saludos.

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  2. Mis suegros vivieron muy de cerca el suseso de la avioneta y unas cuentas de riadas junto al Convento de Santa Paula. Siempre cuentan historias de aquellos días. Lo del azulejo, de lujo.
    Un saludo.

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  3. Buenas tardes tortuguita: Afortunadamente mis padres y abuelos, no sufrieron grandes daños en las riadas ni del 41 ni del 61, lo que cuento aquí lo se por oídas simplemente.Un beso muy fuerte.

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  4. Amigo Naranjito,mi suegra y su familia vivieron de lleno una de las riadas del Tamarguillo, pues de joven vivía en la CIUDAD JARDÍN.Por otro lado, es que el guiri fue a dar con uno de los viejos trianeros de solera, guasa, ingenio, vamos de los que se la dan a cualquiera.Un abrazo.

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