jueves, 24 de marzo de 2011

X V I PREGÓN - FALTÁN 24 DÍAS // (El Milagro de la Ojiva)


2.007 - ENRIQUE ESQUIVIAS DE LA CRUZ 


         
           No es cofradía de multitudes y menos aun cuando, hace ya algunos años, acababa de trasladarse a la calle Feria. Con sus discretas filas de nazarenos y muy poco público de testigo, avanzaba, silenciosamente elegante, la hermosa canastilla del maestro Guzmán Bejarano. En la Europa, una anciana cantó una saeta sentada en una silla de enea, a la puerta de una vieja casa que albergaba un asilo. Estábamos casi en familia y al terminar, aquella mujer le prometió al Cristo que si el año siguiente seguía allí le cantaría de nuevo.
                 No puedo deciros si cumplió su palabra porque fui yo quien faltó a la cita. Hasta que al cabo de los años, el destino, la casualidad o quién sabe Dios, me llevaron de nuevo al mismo sitio y a la misma hora. El público ya no era tan escaso, La Hermandad se había afianzado poco a poco en su nueva sede y tenía un acompañamiento más numeroso, pero la vieja casa y el asilo ya no existían. Tampoco estaba la anciana, supongo que moriría en alguna cama de hospital medio sola, triste destino de tantos, cuando desaparecen los lazos familiares.
               Por eso yo prefiero consolarme con la ilusión de que aquella mujer no murió abandonada en una cama extraña, un día cualquiera y que un Martes Santo, al pasar por su lado el Cristo que va recogiendo las almas de los abandonados y de los que ya no le sirven a esta sociedad, también se llevó la suya y a su lado permanece para siempre cantándole saetas de gloria.

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