martes, 21 de mayo de 2013

RECOMENDACIÓN DOCE

               

                         En este época en que vivimos donde todo, tanto en la vida como en la música parece demasiadas veces tan artificioso, en estos días en que todo, tanto en los actos de las personas como en los sonidos a nuestro alrededor parece desmesurado, parece que tiene que ser grandilocuente, repleto de efectos, de imagenes estudiadas, cuando cualquier mensaje tiene que llegarnos con miles de vatios de sonido , con cientos de luces multicolores que crean sombras engañosas. con humos y fuego que dejan entrever rostros supermaquillados y cuerpos embutidos en extraños ropajes, se agradece poder congrasiarse de nuevo con lo sencillo, con lo natural, podíamos decir hasta con lo simple:
una guitarra, una mandolina, de cuando en cuando el sonido clásico de un chelo, y unas voces normales, sin imposturas, sin samples, sin arreglos electrónicos ni bases machaconas.Solo la voz y la pura música, cristalina y limpia, para trasladarnos con la imaginación a unas tierras que, - miedo a volar -, no pisaremos nunca.
   Y nos soñaremos recorriendo solitarias carreteras entre inmensos bosques de secoyas, mientras en el horizonte se va poniendo el sol sobre una oscura hilera de grandiosas montañas.Y descansaremos tras el largo viaje en un porche, meciendonos en una hamaca, mientras nos embriaga el aroma del campo mojado y vemos ondear una bandera de barras y estrellas.Y nos envolverá los olores que desde la vieja cocina  nos llegan, mientras en nuestros labios se resbala un sorbo de bourbón: olores a huevos revueltos, olores a tarta de manzanas o de arándanos, olores a tortitas de maíz.  
   Amigos soñadores, la música de la AMÉRICA más profunda reinterpretada por unos chicos de nuestro tiempo, desde DENVER, COLORADO: THE LUMINEERS.

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