CARTA ABIERTA DE S.M. GASPAR A CAYETANA ALVAREZ DE TOLEDO.

    

       Mi estimada Cayetana :
              
                  Soy el REY GASPAR.Por fin, desde la cálida tranquilidad del hogar, después de haber recorrido miles y miles de kilómetros, después de ver iluminados los rostros de todos niños y niñas, hombres y mujeres, de 0 a 99 años del MUNDO, después de haber dejado nuestro mensaje y nuestros presentes en cada uno de los confines de la TIERRA, con la enorme satisfacción del deber cumplido y la dicha de, un año más, comprobar cuanto nos quieren los niños y los que se sienten como niños, ahora con la pausa que dan mis muchos años, he decidido a la luz de un sencillo quinqué, escribirte esta misiva. Ni yo ni mis queridos colegas, el sabio y buen MELCHOR y el alegre, risueño y cantarín, BALTASAR, tenemos TWITTER, ese invento del DIABLO, que tanto daño y tantos insultos fáciles y polémicas vacuas y tontas han provocado en todo el PLANETA.Pero voy al asunto que me ocupa, que como viejo chocho, empiezo con mis historias de abuelo CEBOLLETA y me voy por los cerros de PALESTINA, creo que en vuestra tierra dicen de UBEDA.
                Bueno CAYETANA, antes que nada y como la niña grande que siento que eres, por muy MARQUESA que seas,  permiteme que me dirija a ti como nos dirigimos  a todos los pequeños, tuteandote y por tu nombre.Querida CAYETANA, a mis oídos y a los de mis amigos los otros dos REYES MAGOS, ha llegado la noticia de la que se ha armado, según parece tu tienes algo de culpa,  al paso de nuestra comitiva por la muy hermosa VILLA y CORTE de MADRID, capital de ese REINO tan querido de ESPAÑA.Nosotros que solo somos REYES por un día, por cierto algo caduco y antiguado en todo el ORBE, el resto del año somos lo que realmente nos gusta, MAGOS, hechiceros que acumulan FANTASÍA, ILUSIÓN, BUENOS DESEOS, presentes mágicos, el fruto gozoso de nuestro trabajo, que en esa noche del CINCO de ENERO en que nos colocamos, por una sola vez la corona, repartimos por todos los rincones, por todos los hogares, para llenarlos de felicidad, no alcanzamos a comprender tanto ruido, y yo personalmente, después de haber comprobado, durante siglos y siglos, la reacción de miles de niños a nuestro paso, después de sentir su entusiasmo, de ver sus ojos brillantes, entre sus  alegres risas y sus aplausos, de ser testigo privilegiado de su impaciente nerviosera en la víspera, no olvides que aún siendo nuestro, es también su día más grande, después de saber, por algo soy MAGO, como es el corazón de un niño, no puedo creer que tu hija haya dicho ese comentario al contemplarme, más bien pienso que, no sé porque extraña razón, has oido lo que tu querías escuchar.
                 No quiero cuestionar tu faceta como madre, ni poner en tela de juicio los valores, la educación que le das a tus hijos, tu faceta como parlamentaria ya se que, seamos sinceros, ha sido merecedora más de carbón que de otra cosa , pero no quiero pensar que tu enojo, ese intento de manipulación de la buena fe de la gente, sea fruto de un pataleo, un berrinche de niña rica y malcriada, enfadada y contrariada porque la Señora ALCALDESA de MADRID, esa honorable anciana que se llama MANUELA CARMENA, en sus ojos, en su imaginación, en sus deseos haya querido que nuestros ropajes, esa mágica noche sean digamos, "DEMASIADO MODERNOS", y mucho menos porque les haya quitado los privilegios a los que como tu no lo necesitáis, es decir  a los ricos y a los influyentes para dárselo a los necesitados de amor y ayuda, a los DISCAPACITADOS, porque querida niña, eso seria una inmensa falta de caridad cristiana por tu parte, no quiero ser mal pensado pero con las cosas que ultimamente pasan en vuestro país, vais a hacer cierto ese refrán que dice: "piensa mal y acertaras". 

                  Además, no te quedes en la simpleza del oropel, del boato,  del lujo, no olvides que como bien dejo escrito SAINT EXUPÉRY, en labios de un zorro tan viejo como yo: " Sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos."  
                  Porque, querida Cayetana, en verdad nuestros vestidos no tiene color, no son de una forma u otra.                 
                  Nuestras capas, nuestras túnicas son invisibles como el amor, la justicia o la paz, que no se ven pero se sienten, se palpan, y se trasmiten de uno a otro de los buenos seres humanos, son transparente como la inocencia como la ingenuidad, como la limpia inocencia de los niños. 
                 Nuestra indumentaria es distinta, diversa, en cada rincón del GLOBO, y así no nos ve igual un pequeño de MADRID, que de OSLO, que del ALTIPLANO ANDINO o de una aldea de AFRICA.
                Porque también nuestra túnicas, nuestras capas, gracias a la mágica tienen una infinidad de colores, tantos como los ojos ilusionados de los niños de todos los confines de la TIERRA.Por eso a veces, tienen el azul de los sueños, de las nubes, del agua cristalina de los ríos; y el dorado del cielo al atardecer, de las arenas de los grandes desiertos, y el verde, el amarillo, el blanco, ese arco iris de colores de los loros, periquitos, tucanes y de las flores de las selvas amazónicas.Y siempre, siempre tienen el color de la risa de los más pequeños, y el color de una caricia, y el color del beso en la frente de un hijo a su anciana madre, y el color del beso intenso de una pareja de enamorados, y el color del abrazo de dos amigos que se reencuentran, y el color de la tolerancia, de la comprensión, del perdón, ese color que tu amiga CAYETANA, has olvidado o parece que quieres olvidar.             

                Te rogaría, querídisima Cayetana que no echaras en saco roto las palabras de este viejo MAGO, que espero que haya cambiado tus ideas y tu forma de interpretar la importancia, la relevancia de nuestra misión.Se muy,muy feliz, intenta seguir viendo la vida con ojos de niña,ten abierta a la magia tu corazón, tu alma y tu mente, sigue creyendo en nosotros,pero por favor, no ensucies con la política, una de las cosas más sagradas, más hermosas que puede preservar un ser humano, la pureza, la inocencia, la luz en la mirada de un niño.
               Tu amigo, GASPAR, Rey Mago de Oriente.