lunes, 8 de abril de 2019

RECOMENDACIÓN VEINTICINCO.


      
  Aunque en su opinión diaria, en sus planteamientos ideológicos de casi todo en la vida estemos alejados una enormidad,  haya un autentico abismo de distancia en nuestros pensamientos. Aunque me parezca un rancio,  un carca,  un antiguo al que se le paro el reloj como con guasa le decia mi tío Aviles a mi abuelo, es de reconocer hasta quitarme el sombrero que el Sr. Carlos Colón,  la profundidad, la verdad, el sentido, la autentica belleza de nuestras mas queridas tradiciones la ha mamado desde la cuna
     Amigos soñadores,  la mejor, la mas dulce y emocionada pluma del Sr. Colón en un texto donde reflexiona sobre esa mágica y  repetida costumbre que tenemos muchos sevillanos de perdernos por un dédalo, por un laberinto de calles, muchas que solo recorremos en unas pocas ocasiones al año, para encontrarnos con la absoluta certeza, con la rotundidad del mensaje, con la única e insustituible Verdad que mueve nuestros corazones.
      En mucho de ese discurrir por viejas callejas, por recónditas plazas coincido con este Pregonero y reconocido hermano del Calvario. Pero en mi camino sentimental, yo añadiría la trianera calle Castilla, tan cambiada como tantas otras en el discurrir del tiempo,  cuando ensimismado voy desde el vuelo de su EXPIRACIÓN,  hasta la más humilde , la más dulce mirada del NAZARENO, del CRISTO más del barrio que ninguno; y  la vieja RONDA tras cruzar el conventual cancel, para recorrer el breve sendero de adoquines bordeado de naranjos, en mis sueños siempre nevados de azahar, que nos llevan al anhelado abrazo, a la belleza inigualable de mi MADRE de la ESPERANZA.

    ¡ Benditas, benditas CALLES DE DIOS que nos acercan a cada uno a su intima y irrepetible SEMANA SANTA !.


       POR ESAS CALLES DE DIOS -  Carlos Colón.

  "Por esos mundos de Dios, se decía para aludir a quien vagaba por países lejanos, poco conocidos y no muy amigos o acogedores. En Sevilla, al menos en la que vivo y me desvive, divagar por esos mundos de Dios conformados por calles y plazas que giran en torno al sol de una devoción significa lo contrario: cercanía, memoria y acogimiento. Itinerarios idénticos, invariables, recorridos a lo largo de muchos años siempre en busca del mismo encuentro. Cada cual tendrá los suyos. Los míos están muy definidos. Y al contrario de lo que ordenan las reglas a los nazarenos no siempre son el camino más corto para ir de la casa al templo.
Hay un mundo de calles y plazas que gira en torno al sol de la Macarena, a quien procuro visitar tras dar absurdos pero necesarios rodeos que me llevan de Feria a San Luis zigzagueando por Amargura, Pasaje de Amores, Relator, Palacios Malaver, Arrayán, Castellar, Duque Cornejo, Santa Marina, Padre Manjón, Macasta o Macarena.
 Hay otro mundo que gira en torno al Señor, el que Chaves Nogales evocó en La ciudad nombrando una a una las calles sobre las que el Gran Poder hace pesar su poderío, que abarca la calle de su nombre, Conde de Barajas, Cardenal Spínola, Santa Clara, Martínez Montañés, Teodosio, Alcoy, Juan Rabadán o Pescadores. 

    Y hay otro, el más mío por aquello del "allí donde nacimos" de Rafael Montesinos, que gira en torno a San Juan de la Palma, el nombre que al pronunciarse siempre evoca -aunque sean días tan grises y lluviosos como el de ayer y hoy- el blanco más puro de Sevilla y el sol niño de la mañana del Domingo de Ramos. Es una hermosa y muy sevillana contradicción que el nombre de la iglesia que alberga las dos imágenes con las advocaciones más desoladoras de la ciudad -el Despreciado y la Amarga- evoque felicidad, luz y blancura. Misterio cristiano y sevillano que da sentido a la vida abriendo horizontes más allá del dolor y de la muerte. De esto va la Semana Santa.
  Desde la ojiva veo a la Virgen en su palio, tras él la proa del paso vacío del Señor con los romanos dispuestos para llevárselo calle Feria arriba porque "Herodes y sus guardias, después de tratarlo con desprecio y ponerlo en ridículo, lo cubrieron con un magnífico manto y lo enviaron de nuevo a Pilato"; y al fondo, ante el dosel de Farfán, la imagen de Dios guardando silencio ante el desprecio. Y tengo la sensación, ahora sí, de que llega la Semana Santa."

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