Él solo se basta y sobra para demostrarle a muchos que la FE no entiende de barrios, ni de calles famosas, ni de rincones pintorescos ; que la FE , ni mucho menos entiende de apellidos rimbombantes de familias de dineros ; que la FE , muchas veces, casi siempre, es más auténtica en el corazón humilde, en el alma sencilla, y que habita, hecha verdad cotidiana y emoción sincera, un cuadro barato, una vieja y arrugada fotografía en la pobre cartera, en la fealdad de los bloques de pisos ajados y abandonados, tantas veces a su suerte, por las manos de los que tanto se esmeran en el entorno de la CATEDRAL y el ALCÁZAR.
Y a cruzado la ciudad entera, a inusual hora, para demostrar que la FE también late con fuerza, en esos barrios donde el único POSTIGO que cruza nuestro SEÑOR es el de la POBREZA y la SOLEDAD, que tantas veces, es el PAN de cada día, para que al sentir su DIVINA presencia, los miles de corazones que se congregaron en torno a ÉL se inundarán de su PERDÓN y su ESPERANZA. El SEÑOR ha ido a visitar en los TRES BARRIOS, a los más abandonados de SEVILLA, a los más necesitados de su compañía. Y lo hizo como ellos, sin lujos, sin largos cortejos llenos de plata y estandartes, sin la nave majestuosa de su dorado paso. Solo Él , alumbrado por cuatro sencillos faroles, para mostrar a todos, lo que nos enseñó en el Sermón de la Montaña: “BIENAVENTURADOS LOS HUMILDES, PORQUE ELLOS HEREDARÁN LA TIERRA”.
Solo Él y el PUEBLO, para volver a demostrar a los incrédulos , a los vacíos , a los grises, porque no alcanzan a ver en su ceguera, la LUZ confortadora que irradian sus OJOS cerrados, la BONDAD acariciadora que emana de sus MANOS, el valor y la entereza frente a la VIDA, que nos enseña con su potente ZANCADA, para mostrarle, a tantos y tantos, que siguen ofendiendo su nombre, que con la sencillez de su TÚNICA MORADA, con el magnetismo de su MANSEDUMBRE, que allí donde ellos solo ven a un hombre derrotado, muchas sevillanas y sevillanos, muchas mujeres y hombres de todos los confines del PLANETA, vemos al verdadero DIOS, al CORDERO que quita los PECADOS del MUNDO, a aquel que no le hace falta apellidos, para seguir siendo, por los SIGLOS de los SIGLOS, el SEÑOR de SEVILLA, y rendirnos emocionados a su GRAN PODER.
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