El otro día, cuando pasé por Marqués de Paradas, camino de Canalejas, como tantos veces, en tantos años , volví a ver la figura encorvada, la silueta entristecida de esa mujer solitaria, de esa hija de la calle, de esa señora que pasa los días y las noches, malviviendo y mal durmiendo en ese improvisado refugio de paraguas y cartones hecho en el dintel de una puerta, su hogar en unos breves escalones, en los alrededores del Ambulatorio Virgen de los Reyes.
La gente pasa con prisas, vienen de ir al médico, de hacer mandados y gestiones en los bancos y las oficinas, o simplemente de compras y ella siempre esta allí. Casi nadie se percata de su presencia, es casi invisible; nadie le habla ni la mira, solo algunos que sé que intentan hacer un poco menos triste su existencia, pero para la mayoría es como una sombra recortada por el sol o la luz de las farolas sobre uno de sus paraguas.
¿Cuánto hace que no tienen sentido para ella las palabras: confort, bienestar, Ilusión, alegría?,¿cuanto que desgraciadamente no encuentra en su vida ni un atisbo de paz o de felicidad, que no alumbra su corazón ni el más leve rayo de esperanza?.
Y quiero creer que alguna vez fue feliz, que se sintió querida, que supo del calor y del cariño de las personas, estoy convencido que esos momentos mágicos , esos dulces recuerdos, son los que guarda en los fondones de su memoria como el más preciado de sus tesoros.
Y sigue allí quemando cartuchos de su anónima existencia, bajo el ardiente sol del verano, bajo el inclemente aguaviento de los días de invierno, triste callada, oscura como uno de sus destartalados paraguas.
Mientras que por las calles de Sevilla, por las avenidas y ciudades del Mundo entero sigan deambulando las señoras de los Paraguas, mientras que el Hombre no haga realidad cada día el mensaje de ese Niño del que celebramos su nacimiento, y que morirá por todos nosotros cuando el azahar florezca en Primavera, esta Fiestas estarán vacías y carentes de sentido, serán solo una exaltación ridícula de la frivolidad y el consumismo, serán solo una mentira, un grandísimo decorado de bombillas que seguirán alumbrado en las noches lluviosas y frías a tristes, desencantados y solitarios paraguas.
ENVÍO : A todas esas personas anónimas, auténticos ángeles por las calles, que en un café, en una manta, en una palabra amable, en una caricia, llevan a estos pobres desheredados de la Tierra, durante todo el año, el verdadero espíritu de la Navidad.
ENVÍO : A todas esas personas anónimas, auténticos ángeles por las calles, que en un café, en una manta, en una palabra amable, en una caricia, llevan a estos pobres desheredados de la Tierra, durante todo el año, el verdadero espíritu de la Navidad.
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