Bueno, la mayoría volverá al encuentro de viejos compañeros, de antiguos profesores; para otros todo sera novedad - ¿ Me llevare bien con la gente?,¿serán enrollados los profes?.
Y al contemplarlos, en grupos riendo, besándose en el reencuentro, ha venido a mi memoria mis años de colegio,- cuanto ha llovido desde entonces -, aquella época en que todo era distinto a hoy, no voy a decir ni mejor ni peor, pero distinto, y que voy a intentar plasmar en dos entradas, diferenciadas por que en esos dos intervalos de tiempo, que marcan cada una de ellas, mis vivencias fueron muy diferentes, las costumbres de mi colegio cambiaron bastante y por eso hay que dedicarle estos dos capítulos. Pero empecemos a recordar, aquella calle de López de Gomara donde vivía: la barbería de Rafael, el supermercado de Placi, la imprenta de mi vecino Avelino, la tienda de electricidad, el bar Salomón -que aún existe en la actualidad-, el bloque de la señorita Tere, la mujer que en su "miguilla", me enseño mis primeras letras, con la que rellene mis primeras cartillas e hice mis primeras cuentas de restar y sumar.
Mi colegio se llama - a pesar del imbécil intento de los de la Memoria Histérica de cambiarlo de nombre - COLEGIO INSPECTORA ELENA CANEL, y lo recuerdo como dos grandes edificios donde dominaba el ladrillo y el color almagra, con la casa de la portera adosada a uno de ellos y dos recreos. Desde el portal de mi casa de aquel entonces, hasta la entrada de mi colegio en la calle Juan Díaz de Solis,- la de los niños, porque las niñas entraban por la puerta que daba a López de Gomara-, habría unos cuatrocientos metros que, cada mañana, se llenaba de una marabunta de chiquillos que llegaban de todas las calles del Tardón, de mi calle, de la calle Asturias, de la cercana Santa Cecilia, todos deprisa, normalmente se iba con la hora justa, que había que estar en el patio antes de que sonara la campana.
Lo primero que hacíamos al llegar cada mañana, era el homenaje a la bandera; mientras esta se izaba, todos formados en sus respectivos recreos, los niños en uno, las niñas en otro, cantábamos el Himno, - el de la letra de Pemán-, el "Cara al sol", el "Montañas Nevadas", y alguna más que no recuerdo, y después, en fila y en silencio entrabamos en cada edificio. Como habréis adivinado las clases no eran mixtas, ni siguiera nos encontrábamos por los pasillos ni en el recreo, por eso había dos, lo curioso es que no había ninguna barrera física que los separase, solo una raya imaginaría que nadie, absolutamente nadie, se atrevía a traspasar.
Las clases eran impartidas por un único docente para todas las asignaturas, un caballero para los niños, y una profesora o señorita, como la llamaban, para las niñas; recuerdo que durante estos cinco primeros cursos mis profesores eran señores muy mayores, yo los veía como venerables ancianos, seguramente hoy con esa edad estarían ya jubilados, siempre vestidos con traje y corbata, y con un semblante muy serio; por supuesto, siempre había que hablarles de Usted y poner el Don delante de su nombre, la verdad solo recuerdo al de 1º de E.G.B. Don Francisco y al de 3º Don Ángel, los de los restantes cursos no logro recordarlos, pero todos tenían dos odiosas manías: O te mandaban al Sr. Director Don MODESTO, con lo que tus padres se enteraban de la trasta que habías hecho y se te caía el pelo, o aplicaban el castigo físico,afortunadamente hoy abolido de las aulas, misión de la que se encargaba al que llamaban "celador", normalmente el tío con más mala leche y más cabrón, - a las cosas hay que llamarlas por su nombre -, de toda la clase; en la mía de primer curso hubo uno especialmente cruel llamado Repiso, que se divertía partiendo las palmetas en las manos de los compañeros cuando le mandaban endiñarle a alguno por no estar callado o hacer alguna travesura.
Y en este orden de cosas fuimos haciendo amigos: Alejandro, Valle, Nuñez, Cumplido,- a los que con los años prácticamente perdi la pista, solo se que algunos de ellos trabajan para los "Grandes Almacenes" de Sevilla por excelencía, pero poco más -, con los que jugábamos en el recreo a policías y ladrones, a la bombilla o a palma arriba, palma abajo, y hacíamos campeonatos de fútbol contra las otras clases, nuestro equipo se llamaba "LOS INTOCABLES", no eramos los mejores, pero tampoco los peores, o sea, del montón; las niñas entonces jugaban a la comba, a las muñecas y, sobre todo, al elástico.
Así entre libros, exámenes y juegos fuimos creciendo y pasando de curso, sobre el año 73 creo recordar, en mi colegio empezaron a darle una mayor importancia al deporte, y a parte de la clase de gimnasia, se crearon equipos de voleibol para las niñas y balonmano para los niños, aunque solo en los cursos superiores, a partir de 11 años. Jugábamos en los campeonatos escolares y nuestros colores eran el rojo y el blanco.
Recuerdo que las chicas de volei eran muy buenas y ganaban casi todos los partidos, disfrutábamos muchísimo animándolas, viendo su mates y su saltos sobre la red, eran las únicas ocasiones en que cruzabamos la división imaginaria de los recreos.
Hasta que un día, notamos que nos interesaban más sus muslos desnudos, y lo que se entreveía bajo la falda y el apretado short, que el juego en sí, algo extraño nos ocurría, sería que nos estábamos haciendo "mayores", pero eso seguiremos contándolo en el siguiente capitulo.
Lo primero que hacíamos al llegar cada mañana, era el homenaje a la bandera; mientras esta se izaba, todos formados en sus respectivos recreos, los niños en uno, las niñas en otro, cantábamos el Himno, - el de la letra de Pemán-, el "Cara al sol", el "Montañas Nevadas", y alguna más que no recuerdo, y después, en fila y en silencio entrabamos en cada edificio. Como habréis adivinado las clases no eran mixtas, ni siguiera nos encontrábamos por los pasillos ni en el recreo, por eso había dos, lo curioso es que no había ninguna barrera física que los separase, solo una raya imaginaría que nadie, absolutamente nadie, se atrevía a traspasar.
Las clases eran impartidas por un único docente para todas las asignaturas, un caballero para los niños, y una profesora o señorita, como la llamaban, para las niñas; recuerdo que durante estos cinco primeros cursos mis profesores eran señores muy mayores, yo los veía como venerables ancianos, seguramente hoy con esa edad estarían ya jubilados, siempre vestidos con traje y corbata, y con un semblante muy serio; por supuesto, siempre había que hablarles de Usted y poner el Don delante de su nombre, la verdad solo recuerdo al de 1º de E.G.B. Don Francisco y al de 3º Don Ángel, los de los restantes cursos no logro recordarlos, pero todos tenían dos odiosas manías: O te mandaban al Sr. Director Don MODESTO, con lo que tus padres se enteraban de la trasta que habías hecho y se te caía el pelo, o aplicaban el castigo físico,afortunadamente hoy abolido de las aulas, misión de la que se encargaba al que llamaban "celador", normalmente el tío con más mala leche y más cabrón, - a las cosas hay que llamarlas por su nombre -, de toda la clase; en la mía de primer curso hubo uno especialmente cruel llamado Repiso, que se divertía partiendo las palmetas en las manos de los compañeros cuando le mandaban endiñarle a alguno por no estar callado o hacer alguna travesura.
Esta era la parte más triste de esta época de escolar, porque yo, hecha la salvedad de esta salvajada, la verdad, disfrutaba en el colegio.
Entonces no teníamos ni tantos libros, ni tantos cuadernos como se llevan hoy en día, pero creo que los cuidábamos mejor, los lapices, gomas, reglas y colorines los llevábamos en un plumier, - desde pequeño me ha encantado dibujar -, que para mi era como un pequeño tesoro.Me gustaban mucho, y me siguen gustando la Literatura y la Historia, aunque en aquellos años esta asignatura solo se ocupaba de la de España en exclusividad, y ya empezaban a darseme mal, no tanto como años después, las matemáticas.
En la clase había unos cuarenta alumnos; yo por mi apellido siempre era de los últimos y me sentaba al final, nos ponían de dos en dos, con las mesas pegadas, aunque no se nos permitía hablar con el compañero, salvo raras excepciones, por lo que los papelitos con mensajes iban y venían por el aire, esto era motivo de numerosos castigos para todos, porque casi nadie se chivaba, bueno, salvo alguna vez el "pelota" de turno, pero ese, después se llevaba la "gatea" o el "gazpacho" del resto del grupo.Y en este orden de cosas fuimos haciendo amigos: Alejandro, Valle, Nuñez, Cumplido,- a los que con los años prácticamente perdi la pista, solo se que algunos de ellos trabajan para los "Grandes Almacenes" de Sevilla por excelencía, pero poco más -, con los que jugábamos en el recreo a policías y ladrones, a la bombilla o a palma arriba, palma abajo, y hacíamos campeonatos de fútbol contra las otras clases, nuestro equipo se llamaba "LOS INTOCABLES", no eramos los mejores, pero tampoco los peores, o sea, del montón; las niñas entonces jugaban a la comba, a las muñecas y, sobre todo, al elástico.
Así entre libros, exámenes y juegos fuimos creciendo y pasando de curso, sobre el año 73 creo recordar, en mi colegio empezaron a darle una mayor importancia al deporte, y a parte de la clase de gimnasia, se crearon equipos de voleibol para las niñas y balonmano para los niños, aunque solo en los cursos superiores, a partir de 11 años. Jugábamos en los campeonatos escolares y nuestros colores eran el rojo y el blanco.
Recuerdo que las chicas de volei eran muy buenas y ganaban casi todos los partidos, disfrutábamos muchísimo animándolas, viendo su mates y su saltos sobre la red, eran las únicas ocasiones en que cruzabamos la división imaginaria de los recreos.
Hasta que un día, notamos que nos interesaban más sus muslos desnudos, y lo que se entreveía bajo la falda y el apretado short, que el juego en sí, algo extraño nos ocurría, sería que nos estábamos haciendo "mayores", pero eso seguiremos contándolo en el siguiente capitulo.
Tritri, yo creía que eras más joven y ahora resulta que también cantaste el cara al sol.
ResponderEliminarOjú, ojú.
Espero la siguiente con ganas, un abrazo.
Por cierto que buenos los pinchitos del Salomón
Yo sufrí dos cosas, el colegio de monjas y la proximidad de cierto estadio de fútbol.
ResponderEliminarPero tengo tantos malos recuerdos de mi época colegial que prefiero no airearlos, sólo me acuerdo de los mostachones que me llevaba al recreo de vez en cuando, y que una compañera, hija de una firma muy importante en Sevilla, me pedía el cartón que rebañaba con verdadero deleite.
Besos
Bueno, pues un servidor de ustedes, a más de sesenta kilómetros de estos colégios, tambien canté el Cara al Sol antes de entrar en clase. Espero la segunda entrada que es la época en que teníamos unos pocos mas de años y empezábamos con el tonteo de las niñas o de los niños (esto último pa que no se enfade la Bibiana)
ResponderEliminarPor cierto, los pinchitos siguen siendo un taco de buenos.
Yo también sufrí el cara al sol y me falta la segunda entrega que es tan triste como la primera, algunos ya la habeis leido. Necesito contarla, para quitármela de la memoria de una vez.Saludos.
ResponderEliminarBuenos días, amigos soñadores:
ResponderEliminarFali, miarma.Uno es más viejo de lo que parece, lo que se conserva muy bíen.La próxima vez que vayas a Salomón te recomiendo las papas bravas y el calabacín relleno.
Dama, querida amiga.Siento que tus experiencía colegiales no hayan sido agradables, y para más i.n.r.i., pegadita al campo de los que tu ya sabes.¡Vaya tela!
Naranjito hijo.Ya tienes ganas tu de la segunda entrega eh! pillín, pues te advierto que es clasificada "S".
Tortuguita.Te digo lo mismo que a la amiga Dama, lo siento mucho.
Besos y abrazos para todos.
Hola Francisco, he leido tu articulo y de verdad que me ha traido tantos recuerdos a mi cabeza que seria incapaz de describir la sensacion qued he sentido, como transmitir toda una vida en pocas palabras, es dificil, muy dificil, pero si leyendo estas frases tuyas me he dado cuenta que han pasado muchos años, hasta hoy no habia mirado hacia atras, pasa lo de siempre..... la mili, el trabajo, la casa, los hijos, ..... cuando tdas cuenta hasn pasado 40 años y ni te has enterao, bueno decirte que yo vivia en la bodeguita de eloy, justo al lado de la peluqueria de rafael, cuantos cantes he oido en esa bodeguita, aun hoy redcuerdo a ese hombre delgado, moreno, con ese delantal blanco poniendo los chatos de vino con sifon y las cervecitas fresquitasy esa plaza de las papas que se comian los mejores calentitos de triana..... en fin solo queria darte un abrazo vecino y animarte a que nos sigas haciendo recordar con tus palabras.
ResponderEliminarPerdon no se si te llamas Francisco.... en cualquiercaso trianatrinidad
EliminarCasualmente he leído este articulo y he recordado cosas que había olvidado. Yo también estuve en ese colegio por esos años, (más o menos) porque recuerdo cuando se inauguró el colegio ya que yo jugaba en el campo que existía antes de su construcción. Prácticamente me caía de la cama y llegaba al colegio ya que vivía exactamente enfrente de la puerta de entrada, en la calle Juan Diaz de Solís 6. Comparto totalmente lo que has escrito, si bien creo que por lo que a mí respecta el castigo físico que mencionas incluía, además, rotura de reglas de madera en la mano, bofetadas y otros tipos de trato inusual. Recuerdo la "hostia" que me dio el hijo de un profesor que sustituía a su padre, (ya que como sabes los profesores y su familia Vivian en la parte trasera del colegio). Esa bofetada, con hemorragia incluida por la nariz, provoco que el hijo ya no sustituyera más a su padre en las clases. También recuerdo ver como ataban a un chaval en la silla porque no se estaba quieto. En fin, eran otras épocas, en la que los profesores tenían impunidad y la utilizaban a su antojo. Pero no todo era malo, añoro la vecindad, los amigos, los juegos en la calle, etc., que evidentemente hoy se ha perdido.
ResponderEliminarHola Villegas, soy Alejandro. Me nombras en tu artículo y qué recuerdos. Don Francisco en primero, Don Saturnino en segundo, Don Rafael en tercero, Don Ángel en cuarto, valiente cabron, en quinto Don Vicente, y a partir de ahí fue Don Miguel y Don Antonio y en Octavo ummmmmm, aquel que vestía de negro entero.
ResponderEliminarMe dieron hasta en el carnet, pero nunca me quejé y me chivé, y por supuesto no estoy traumatizado.
Todo un placer Villegas, que alegría
Si hubiera segunda parte, quiero leerla
ResponderEliminarHola amigos del Ayer y nuevos "anónimos", perdonar por la tardanza en la respuesta, ( incluso de años ) para algunos, pero precisamente hoy me ha dado por revisar los comentarios, mientras escuchaba a D, MICK JAGGER y sus piedras rodantes, y por lo menos, estas letras pueden servirle a los más recientes, a los de ayer 16 de Mayo: Pues si, en ELENA CANEL había mucho profesor cabroncete pero no creo que ninguno salieramos demasiado traumatizado , y sin embargo, si teníamos más respeto por la Educación y sabIamos el valor, el peso de la Cultura en la vida de cada uno, no como cada "elemento" de hoy que solo son saquitos de músculo sin neuronas, solo hay que ver la CAJATONTA.
ResponderEliminarAlejandro, amigo el de Octavo de negro, se llamaba D. RICARDO y fue, vecino de barriada de mi mujer, Ah! hay una segunda parte de esta entrada en este mismo blog. Um abrazo para todos mientra suena la genial "ANGIE".