que no se lo he dicho a nadie,
viste de raso morado,
cubre de fervor las calles,
cruza el Viernes sobre el Río
y sigue al dulce Caminante.
En el aire se hace pañuelo
para su sangre secarle.
Sangre de hombre sencillo,
sangre de corral y hambre,
sangre de duro trabajo,
sangre de tejar y alfares.
Y sangre Santa de Dios
que Triana ve alejarse
bajo la cruz de carey
lirio tronchado en la tarde.
ENVÍO : A DIEGO ROMERO PEREZ, poeta, bloguero, cofrade y trianero, cabal donde los haya.
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