La ojiva ha vuelto a abrirse,
una vez más, Martes Santo,
y celestes nazarenos,
blancos cirios en sus manos,
cubriendo la estrecha calle
muy lento van avanzando.
Un coro de querubines,
llenan los primeros tramos,
nuevas semilla de fe,
ilusión del primer año,
y luego, junto al estandarte,
fieles al día soñado,
cerca muy cerca de Ella,
caminan los más ancianos.
Y la oscuridad se enciende,
en resplandor esperado,
y la voz del capataz
con firmeza va mandando:
"Duro con Ella, valientes"
"menos cintura hay abajo".
Y no se escucha un suspiro
en el gentío apretado,
que espera con emoción
que otra vez en San Esteban,
por obra y gracia de Dios,
vuelva a obrarse el milagro.
El palio se ha detenido
y entre varales torneados,
se adivina la belleza
de sus dulcisimas manos,
de sus ojos que encandilan,
de su rostro nacarado.
Y llegan más costaleros
a ayudar a sus hermanos,
y se agarran donde pueden
para aliviar el trabajo.
Así, con mucho cuidado
lento sigue avanzando,
entre afiladas piedras
sin el más leve daño.
¡ Y sale un varal, y otro!
¡ Y salen los candelabros!Ya esta el palio en la calle
entre oraciones y aplausos.
Ya el sol alumbra a esa Flor,
que perdona nuestros pecados,
y es Madre Santa de Cristo
y de los Desamparados.
Y Dios sonríe feliz
mirando desde lo alto,
y satisfecho descansa,
mientras ve alejarse el palio.
ENVÍO : A la GATA ROMA, de una a otra ojiva, como muestra de amistad, en esta Cuaresma revestida en nostalgia celeste y crema.
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