1.996 - CARLOS COLÓN PERALES
M. Alcantara Ramos |
Ved el soberbio palio arquitectónico de la Virgen de la Palma, la geométrica elegancia de su manto, oíd el tintineo de los ángeles de sus bambalinas al chocar con los varales, y preguntaros porque es el único de Sevilla que se inspira en su retablo.La respuesta no la encontrareis el Miércoles Santo, sino viendo a los titulares de la hermandad en su intimidad cotidiana, visitándolos en las tardes cálidas de la ultima primavera o del primer verano, en el frescor y la limpieza conventuales de San Antonio de Padua.Allí comprenderéis que son la severidad de icono del crucificado, la hierática dignidad antigua de la Virgen de la Palma, y la paz y el bien de los hijos de San Francisco entre quienes viven desde hace casi cuatrocientos años, los que han conformado a esta hermandad para que hagan verdad su súplica, y pongan con sus obras donde haya odio, amor, donde haya ofensa, perdón; donde haya discordia, unión; donde haya tinieblas, luz; donde haya tristeza, alegría, y donde haya desesperación, esperanza.Si alguien cree que esto es solo retórica de pregón, que visite el Centro del Buen Fin y vea allí cómo todo es cierto, palabra por palabra, como en esta hermandad la belleza exterior del Miércoles Santo es irradiación del misterio de amor que alberga todo el año; entonces lo entendemos, como por ello la Virgen de la Palma sólo podía ser llevada en ese palio inspirado en el retablo desde el que gobierna los destinos de esta hermandad, sobre la que en verdad San Francisco ha puesto su mano.
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